"Aportamos una atención más humanizada, con el paso del tiempo tenemos a muchos pacientes que se terminan convirtiendo en amistades”.
Durante nuestra charla con Jesús García Dorado, cofundador de la clínica dermatológica García Dorado, apreciamos la importancia de adoptar los cambios necesarios para no quedarse atrás. La implementación de la tecnología y el trato tan cercano con sus pacientes les han ayudado a posicionarse como referentes en su campo. Además, trabajar con Archivex ha supuesto una gran ventaja para su clínica.
“Trabajar con los nuevos programas es una ventaja importante en tiempo y en calidad”.
Jesús estudió medicina porque era algo vocacional. Según dice, “son de estas cosas que desde muy pequeñito te gustan”. Tras empezar la universidad en Madrid, por motivos familiares tuvo que venirse a Salamanca y continuó los estudios aquí, realizando la especialidad de dermatología en la capital charra.
Jesús cuenta que, durante el tiempo que estudiaba medicina, le atraía mucho la parte quirúrgica. Sin embargo, cuando llegó el momento, la dermatología era una especialidad que estaba empezando a tener mucho prestigio y se animó a probar. “Nuestra especialidad es muy variada, puedes hacer desde cosas básicas clínicas con poco aparataje, hasta técnicas más sofisticadas en diagnóstico y en tratamiento”.
Reconoce que lo ideal es compaginarlas. En su consulta, el proyecto que inició junto a su mujer hace 25 años, trabajan sobre todo la dermatología general, aunque hay casos quirúrgicos que desarrollan fuera de la consulta, en el hospital.
Mirando hacia atrás, Jesús recuerda los años de estudio que compartía con la que ahora es su mujer, Pilar Alonso. Desde los 17 años estudiaban juntos; él se especializó en dermatología y ella en medicina de familia. “Cuando nosotros terminamos de estudiar, no era como ahora que hay escasez de especialistas, la situación era más bien la contraria; teníamos trabajos muy precarios e incluso hacíamos sustituciones de 1 o 2 horas al día”.
Decidieron llevar a cabo su propia propuesta con una idea en común. “Empezamos poquito a poco y luego la cosa fue creciendo”, y es que han ido incorporando a más personal para abarcar todo el trabajo posible. Al fin y al cabo, “ha sido un proyecto que ha ido progresando muy bien con el tiempo”, afirma Jesús.
En su caso concreto, la vocación que tenían era médica, pero no empresarial. Fue cuando la clínica empezó a rodar cuando se dieron cuenta de que hay un punto en el que se desbordaba. “Empiezan las consultas y lo teníamos que hacer todo, desde abrir la puerta cuando llegaban hasta cerrarla cuando terminábamos; cuando esto empieza a crecer y a funcionar de otra manera, te das cuenta de que no puedes hacer todo y a partir de ese momento tienes que empezar a delegar responsabilidades”.
Jesús afirma que ellos han intentado enfocarse en la dermatología general, pero siempre ofreciendo la mejor atención posible. “Aportamos una atención más humanizada, con el paso del tiempo tenemos a muchos pacientes que se terminan convirtiendo en amistades”. Reconoce que a su clínica acuden personas que iban cuando eran muy pequeñas, pero que vuelven ahora porque recuerdan la buena atención.
Hasta 35.000 historias clínicas calcula Jesús que manejan en el centro. “Una habitación entera de la clínica es solo ese papel, porque yo no tiro nada”. Además, nos comenta como antes tenía que colocar las fotografías que hacían a cada paciente, manualmente, en cada uno de los sobres, “solo de pensarlo me echo las manos en la cabeza”.
Ventaja en tiempo y calidad, así define el dermatólogo la posibilidad de trabajar con nuevos programas que le permiten poder gestionar su clínica cómodamente. Durante la pandemia del COVID, recuerda que tenía todo en el móvil y podía pasar consulta desde cualquier parte, lo que era una gran ventaja.
Hablando sobre tecnología y nuevos programas, Jesús afirma que cuando algo le funciona bien, le cuesta mucho cambiarlo. Antes de Archivex, trabajaban con otros programas que recuerda que iban bien, pero, según dice, “no tenían nada que ver en calidad ni en imagen”.
Si tuviera que quedarse con algo, sería con la calidad y el tiempo. “La calidad de tener todo a mano y rapidísimo, es una riqueza grandísima que con darle a una sola tecla, me salgan, por ejemplo, todas las fotografías del paciente sin tener que ir una por una”.
Además, dice que para él, la gestión del tiempo es “brutal”. Y destaca el hecho de “poder tener el programa conmigo en todo momento y trabajar desde cualquier parte igual, porque no necesito más”.
Al preguntarle por el futuro, Jesús nos dice que en este momento están estables y contentos, con una carga de trabajo de la que están satisfechos y con un buen ritmo en la consulta. “El objetivo, en todo caso, es mejorar todavía más la calidad en la atención al paciente”. Nos cuenta que intentan hacer lo que les gusta de la mejor manera posible, trabajando todos con la misma filosofía médica y, además, llevándolo a la práctica.
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“Había que gestionar todos los pacientes de manera satisfactoria y trabajar en un modelo de negocio que funcionara de cara al futuro crecimiento”.